"Nunca Sabrás Un Idioma Hasta Que No Vayas Al País"- Beijing Desde El Interior
Con 16 años y un nivel de chino relativamente bajo, no es de extrañar que me mostrase reacia a venir a Pekín nada menos que 6 semanas.
Esperaba entrar en shock cultural una vez allí (siempre nos dicen que Asia es un mundo diferente y que no vamos a entender nada de su cultura) pero este nunca llegó. Por supuesto que encontré diferencias, cualquier país extranjero es distinto al tuyo, pero cuanto más tiempo paso aquí más cuenta me doy de que los chinos son, en definitiva, gente normal.
Debo mencionar, no obstante, la diferencia más significativa que encontré al llegar y sigo sufriendo. Pensaréis: la comida, el idioma, la cultura, el estilo de vida… Desde luego que estos son distintos, pero a mí me gustaría destacar la conducción.
Con más de 20 millones de habitantes, no es de extrañar que las calles de Pekín estén abarrotadas incluso a las 4 de la mañana.
Todos conocemos el tópico de “los chinos son pésimos conductores”. No es cierto. Lo que sí es verdad es que las normas de conducción n o se aplican. Cualquier cosa que hagas en las calles de Pekín relacionado con la conducción (sobretodo si vas en moto o en bicicleta) es legal. Los semáforos son como si no existieran. Los motoristas, ciclistas y peatones hacen lo que quieren mientras que no les atropelle un coche. Los primeros días yo, aterrada, esperaba siempre a otros peatones para cruzar con ellos por el paso de cebra, incluso si se encontraba en verde. Poco a poco, sin embargo, me he acostumbrado y ya soy capaz de pasar tranquilamente por las calles sin necesidad de escudos humanos.
Con respecto a la escuela y el aprendizaje, no podría estar más satisfecha. Escogí el programa intensivo, lo que significa cuatro horas grupales y dos particulares. En su momento pensé que sería demasiado y que sería incapaz de concentrarme y seguir el ritmo de las clases. Todo lo contrario. Las clases se pasan rápidamente, con pausas de 15 minutos entre horas y unas profesoras estupendas.
Me dijeron que mis compañeros de clase tendrían un nivel superior a mí y me entró el pánico. Mi nivel de escritura y lectura era nulo, y mis capacidades de comprensión y expresión, limitadas.
La primera semana tuve cierta dificultad: entendía poco y mis demás compañeros sabían bastante más que yo. Estuve apunto de cambiarme a un nivel inferior. Ahora me alegra no haberlo hecho.
En 4 semanas (y aún me quedan dos que aprovecharé al máximo) mis capacidades expresivas y sobretodo comprensivas han dado un salto. De no tener ni idea de cómo escribir la palabra “yo” a ser capaz de escribir cortas historias. Mi vocabulario se ha ampliado de una manera impresionante y soy capaz de encontrar relación entre palabras. Sin embargo, puedo asegurar sin lugar a dudas que en lo que más he progresado ha sido en lectura. Ahora soy capaz de leer (dentro de mi nivel, por supuesto) prácticamente cualquier cosa, desde cuentos y revistas a los carteles y anuncios en las calles.
Creo que jamás me he sentido tan orgullosa como el día que fui capaz de ayudar a un hombre a llegar a su hotel leyendo su dirección y haciendo uso de mis conocimientos teóricos de chino y prácticos de China.
En definitiva, venir a Beijing ha sido una experiencia enriquecedora que me ha convertido en una persona nueva. Y el verano próximo, ¡a repetir!
Por Ara Martínez R.